A lo largo de la historia los mercados se han celebrado en la plaza más importante de las localidades al ser el lugar de más tránsito. La celebración de mercados era un privilegio que concedía el Rey para comerciar con los excedentes de materias primas. Estos primeros mercados de abastos eran al aire libre concentrándose progresivamente en edificios para poder resguardarse de las inclemencias meteorológicas y poder almacenar alimentos de manera efectiva.
Desde un punto de partida de comerciantes itinerantes se ha ido evolucionando a un perfil de placero especializado y actualizado, adaptado a las nuevas tendencias pero conservando la esencia inicial en cuanto al trato personalizado y cercano y la selección de los mejores productos locales, siendo, a día de hoy, las principales ventajas a la hora de diferenciarse de las compras en grandes superficies.